November 16, 2025
EN UN BUEN DÍA

“Sed, pues, perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.”

 — Mateo 5:48

Piénsalo por un momento. ¿Cómo describes un “buen” día espiritual? Tal vez un día en que cumpliste tus disciplinas espirituales, mantuviste tu mente enfocada y sentiste que caminaste de manera digna del Señor. En un día así, ¿crees que has ganado el favor de Dios? ¿Piensas que Dios se complace en bendecirte más porque te “portaste bien”? En el fondo sabemos que la respuesta es no. Sin embargo, surge la duda: ¿Acaso Dios no obra solo a través de vasos limpios? Y si es así, ¿qué tan limpio es lo suficientemente limpio?

Cuando un fariseo le preguntó a Jesús cuál era el mandamiento más importante, Él respondió:

 “‘Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.’ Este es el primero y el más importante de los mandamientos. Y el segundo es semejante: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo.’”

 — Mateo 22:37–39

Si ese es el estándar, ¿qué tan bueno ha sido realmente tu mejor día? ¿Has cumplido esos mandamientos a la perfección, sin fallar en pensamiento, deseo o actitud? Y si no, ¿Dios evaluará con curva? ¿Será que un 90% de obediencia es suficiente? Sabemos la respuesta. Jesús dijo claramente: “Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mateo 5:48). Y Santiago añade: “El que cumple toda la ley, pero falla en un solo punto, se hace culpable de todos” (Santiago 2:10).

La verdad, aunque humillante, es clara: sin importar cuán bien actuemos, seguimos siendo totalmente dependientes de la gracia de Dios—Su favor inmerecido hacia quienes merecen Su juicio. Algunos días sentimos esa necesidad con más intensidad, pero nunca desaparece. Ni siquiera en nuestros mejores días podemos presentarnos ante Él basados en nuestro desempeño. Toda bendición que recibimos viene no porque hayamos sido buenos, sino porque Dios es misericordioso.